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¡Ríase sin parar! En Colombia decidieron "enjuiciar" a Maduro



Publicado: 10/04/2018 07:56 PM

Este lunes se supo que Juan Manuel Santos modificó el calendario a los hermanos colombianos, y la época de Carnaval que en todo el mundo fue hace dos meses, en su país es esta semana. La mejor manera de celebrarlo fue con mequetrefes venezolanos que se disfrazaron de jueces, fiscales, abogados acusadores y sus pares defensores. Para animar el rato, no se les ocurrió otra cosa que apelar por el nombre del presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, quien por cierto, sigue siendo Presidente y lo será después de las elecciones del 20 de mayo.

Estos peleles armaron la comiquita del siglo. Mudaron a Bogotá el palacio de las fantasías que ellos mismos llaman Tribunal Supremo de Justicia, alias “El legítimo”, apoyado obviamente por Donald Trump y Luis Almagro, dos que de legítimos no tienen mucho. Ah, entre los otros ilegítimos y bandoleros estuvo una que no aguanta un antifaz dominguero: Luisa Marvelia Ortega Díaz, prófuga de la justicia venezolana autora del nacimiento de las guarimbas que hace un año causaron 173 víctimas fatales.

El escenario era absurdo en su totalidad. Risible. Ridículo. A tal punto, que en los rostros de cada uno de ellas y ellos se dibujaba la incredulidad de cuanto ocurría. El falsete reinaba en sus ahogadas gargantas. Ninguno y ninguna se creía que estaban en una sala en la que se informaba el antejucio de méritos a alguien. Burlesco tribunal.

Que si corrupción; que si Odebrecht; obra en el Zulia; sobre el puente; bajo el puente; al lado del puente y a un costado del puente. Puro bla bla bla. Cabletren, Metro y más bla bla bla aún. ¡Hasta alerta roja internacional! Es decir, más bla bla bla.

La comparsa atiborrada de pisoteados papelillos tuvo su momento cumbre cuando se leyó el veredicto. ¡Claro!, no podía ser otro: “hay” méritos para enjuiciar al Jefe de Estado. A dos renegados se les rompió el gañote gritando “Justicia”, pero ciertamente con el agua al cuello, producto del mal circo montado.

La pésima payasada llegó a su fin en menos de una hora. Nadie supo qué hacer con la papelería, con los mensajitos ni la decisión. Lógicamente, saben que el resultado de tan burda comparsa es efecto cero. Que una vez más el imperio pierde sus dólares, manteniéndolos como inútiles borregos que más temprano que tarde serán un condón en desuso.