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Rafael Urdaneta: General de la lealtad y la integridad moral bolivariana

"Sucedió tal día como hoy, hace 174 años, cuando de paso por la ciudad de la luz, sus antiguas dolencias se agravaron"
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Publicado: 23/08/2019 06:00 AM

Justo antes de morir su última disposición fue, que de no poder cumplir a tiempo la misión oficial de Estado que lo llevo a Europa,  el hijo que lo acompañaba  devolviera al erario público los viáticos que le habían asignado para tal fin, como en efecto así fue. Y tal como el mismo expresó: “a pesar de que dejo un viuda y once hijos en la mayor miseria”.

 Así ocurrió un 23 de agosto de 1845 tras haber servido con inquebrantable lealtad al Libertador Simón Bolívar, se elevó desde París al panteón de los cielos el General Rafael Urdaneta.

Sucedió tal día como hoy, hace 174 años, cuando de paso por la ciudad de la luz, sus antiguas dolencias se agravaron. Se desempeñaba como Secretario de Guerra y Marina cuando en junio de ese mismo año fue designado ministro plenipotenciario ante el gobierno español para ratificar el tratado de Paz y Amistad.  

En ese momento sonaba  su nombre  como seguro  candidato para ejercer la Presidencia de la República. Durante toda su carrera  la conducta de Urdaneta fue ejemplar, dejando una hoja de servicios impecable y un historial de hazañas cívico militares dignas de ser imitadas.

Junto con Antonio José de Sucre conforma el candado inexpugnable de la lealtad y  fidelidad a Bolívar. Mientras los miopes políticos de  Páez en Venezuela, Santander en Colombia y Flores en Ecuador se aferraban a sus parcelas poder para destruir el proyecto anti imperialista de  unidad continental bolivariana,  Urdaneta y Sucre  vieron en aguda en perspectiva la grandeza del proyecto integracionista de una sola gran nación.

Los deberes y quehaceres del General Urdaneta fueron siempre cumplidos al pie de la letra,  según comandaba el máximo jefe de la gesta libertaria latino americana, no dudo ni un instante la claridad visionaria del Libertador, ni se sumó al bando de la burguesía oportunista que acechaba el momento de la traición, para sumar privilegios y latifundios.

Cuando ya Bolívar en San Pedro Alejandrino esperaba el corte seco de la muerte, que todo lo elimina, sus últimas palabras fueron invocando  al General Urdaneta como prócer de la unidad y látigo de los divisionistas. Dice así a Briceño Méndez:

“En los últimos momentos de mi vida, le escribo ésta para rogarle, como la única prueba que le resta por darme de su afecto y consideración, que se reconcilie de buena fe con el general Urdaneta y que se reúna en torno del actual gobierno para sostenerlo. Mi corazón, mi querido general, me asegura que usted no me negará este último homenaje a la amistad y al deber. Es solo con el sacrificio de sofocar sentimientos personales que se podrán salvar nuestros amigos mismos y la Colombia misma de los horrores de la anarquía. “

Esta carta demuestra que después del fratricidio  que se perpetró contra su directo sucesor,  el Mariscal  Sucre el “Abel de las Américas”, a Bolívar solo le restaban entre sus dilectos herederos la gloriosa lealtad e integridad moral  del General Rafael Urdaneta.

Cuatro meses antes del desenlace final que puso fin a la vida del Bolívar, el 05 de septiembre, ante la anarquía circundante y  el desacató a la autoridad del Libertador, Urdaneta asume la presidencia de la Gran Colombia,  Bolívar ya iba camino a su parada final en Santa Marta.

Esto era el fin del proyecto de integridad continental que encontró un muro en  la lealtad e integridad humana de Urdaneta, la cual no fue suficiente para contener a los generales de la traición.

ALEJANDRO CARRILLO GARCÍA

a.carrillo.g.2019@gmail.com