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La Revolución del Palacio Blanco (7 de septiembre de 1958)

Publicado: 20/09/2023 09:00 PM

En horas de la madrugada del domingo 7 de septiembre de 1959 estalló un movimiento insurreccional dirigido por el Tte. Coronel Juan de Dios Moncada Vidal y el Mayor José Elí Mendoza Méndez. También destacó el Teniente Nicolás Hurtado Barrios. 

Estos oficiales se alzaron por la expulsión de la representación militar en la Junta de Gobierno, protestaron por la inclusión de empresarios que representaban los intereses norteamericanos y criticaron abiertamente las ventajas exorbitantes que usufructuaban las transnacionales del sector petrolero y ferrominero.

En apoyo a los insurrectos se activó la Junta Revolucionaria que derrocó a Marcos Pérez Jiménez y en todo el país hubo manifestaciones de respaldo por parte de estudiantes, campesinos y gremios sindicales que salieron a la calle.

La rebelión tuvo repercusión nacional. En Caracas el Pueblo fue ametrallado con el resultado de 19 muertos y más de 100 heridos.

Uno de los oficiales patriotas, el mayor Luis Alberto Vivas Ramírez, expresó que “el Pueblo junto con oficiales descontentos se alzaron en rechazo a la expulsión de militares de la conformación de la Junta de Gobierno”.

La Revolución del Palacio Blanco fue criticada como un golpe de la ultraderecha uniformada, sin embargo la historia demostró todo lo contrario. El Comandante Moncada Vidal, desde las montañas entabló la lucha armada, se distinguió por su audacia y arrojo en la guerrilla. El Teniente Nicolás Hurtado Barrios ofrendó su vida en combate. Fue torturado y fusilado durante el Gobierno de Raúl Leoni.

Contexto:

Había, en esa fecha, una profunda insatisfacción por los acuerdos suscritos entre AD, URD y Copei, lo cual condujo a un descalabro económico y a la división interna de las Fuerzas Armadas. 

Rómulo Betancourt impuso la expulsión de los militares del seno de la Junta de Gobierno en julio de ese mismo año. Posteriormente, instituyó la no beligerancia de las FFAA en el texto de la Constitución de 1961.

Se le redujo a un gueto confinado a funciones técnicas y a no deliberar sobre temas relacionados a la defensa de la soberanía económica, social, cultural y territorial de Venezuela. 

40 años después, al consagrarse la Magna Carta Bolivariana de 1999, Chávez consagró el derecho natural que tienen las Fuerzas Armadas a participar en los procesos político-sociales. Se acabaron los autómatas sin voz ni voto.


REDACCIÓN MAZO