El Dios Dinero, poderoso caballero
Publicado: 19/03/2020 04:40 PM
1.- El espíritu aniquilador de los pioneros fundadores:
E.E.U.U. es un país
fundado grupos religiosos separatistas. Puritanos disidentes del culto oficial
anglicano que fueron perseguidos a sangre y fuego, y no tuvieron más recurso que huir de las
hogueras purificadoras y las torturas de
la inquisición anglosajona.
El modelo de guerra
religiosa que ellos padecieron fue el
mismo que aplicaron contra las poblaciones originarias, asesinando
a casi todas las tribus existentes, y los pocos sobrevivientes reducidos a las reservas
indígenas. Todo lo cual celebran religiosamente, todos los cuartos jueves del
mes de noviembre, para dar gracias a Dios por las cosechas percibidas, las matanzas
concedidas y las masacres cometidas.
Luego de arrasar y
saquear a las poblaciones indígenas, ubicadas en la línea costera, el buque Mayflower
atracó en Massachusetts en Noviembre de 1620 con un cargamento de puritanos que llevaban en sus mentes el germen
luterano de la industrialización. Religión Protestante y procesos industriales era parte del pensamiento que
gobernó la economía del norte de Europa y que los pasajeros trajeron consigo a la costa este del hemisferio recién
descubierto. Fue el segundo asentamiento
documentado de ingleses que se enquistaron en el Nuevo Mundo.
Un siglo antes, en estas latitudes del Sur predominaron los
fanáticos de El Dorado. Nobles hidalgos
españoles alucinados por la ciudad tapizada en oro de Manoa que gustaban de
empalar, perrear o quemar vivos a
nuestros indios. Galeones cargados de la población penitenciaria española, repletos
de violadores, ex presidiarios, saqueadores y exterminadores de las tribus
locales. De no ser por la casi tardía
intervención de Fray Bartolomé de las Casas no hubiésemos conocido a los grupos
originarios que existen.
Por su parte los
humanitarios Puritanos del norte, radicales anti papistas, tuvieron un proyecto único cual era fundar una sociedad
íntimamente asociada a la libertad de culto, pero fueron aún más eficientes,
crueles y genocidas en el trato con las
tribus locales. Las exterminaron casi en su totalidad, y con ellos se
fueron los sabios conocimientos de
medicina natural, los sagrados ritos mágicos ancestrales, así como avanzados elementos, costumbres y rasgos culturales
que quedaron para siempre truncados.
Posteriormente,
durante dos siglo de expansión territorial le arrebataron a México la mitad de
su territorio, compraron Alaska, Luissiana y La Florida, invadieron Centro
América, despojaron a Colombia del Istmo de Panamá, le declararon la guerra a
España anexionándose a Puerto Rico, la Filipinas y Cuba, invadieron
Nicaragua, República Dominicana, Panamá
y Grenada, han intervenido en golpes de estado en toda la región, y ahora andan rondando, como perros de presa, para lanzarse
sobre Venezuela.
2.- Origen de la “democracia
absolutista” y la desigualdad electoral:
Una calificadora de
riesgos para medir la calidad de la democracia y la participación ciudadana
pondría a E.E.U.U. en el nivel más bajo del ranking mundial. Es una sociedad
moralmente desintegrada, sumida en la apatía política y baja autoestima colectivo.
No hay conexión en cuanto a la misión
que cada quien tiene en la construcción de su propio destino, hay
ausencia de motivaciones viables de superación personal y la agenda gubernamental de guerras a
mediano y largo rigen la mentalidad de su país. La democracia esta secuestrada para unos
pocos.
El constituyente
Alexander Hamilton (1755-1804), durante la redacción del texto constitucional
expresó su visión sectaria y elitesca de la participación ciudadana en estos
términos:
“la masa del pueblo
raramente juzga o determina
correctamente”.
Hamilton es uno de
los Padre Fundadores de los Estados Unidos, primer Secretario del Tesoro, es
también el redactor y padre del sistema de representación de segundo grado a
través de los colegios electorales. Hoy en día el sistema más imperfecto e
ineficiente del que existe en el mundo. El principio universal “una persona un
voto” quedó de entrada abolido desde su aprobación el 17 de septiembre de 1787.
Así la constitución democrática más antigua de la era moderna ha consagrado la
cláusula más antidemocrática del mundo. 233 años de participación ciudadana
indirecta a merced de las élites que controlan los colegios electorales.
El carácter
regresivo de la sociedad norteamericana esta marcado por el freno que al voto
popular imponen los colegios electorales y por el filtro que ejercen las élites empresariales en la postulación de
candidatos presidenciales.
Otro factor
regresivo lo constituyó la famosa cláusula de las tres quintas (3/5) partes que
aseguraba un apoyo para los estados esclavistas del sur y cuyo contenido aún
persiste en la existencia de los cuerpos colegiados para la elección
presidencial. Esto quiere decir que demográficamente un esclavo valía igual que
un blanco terrateniente del sur, pero electoralmente solo valía las tres
quintas partes de su propietario esclavista.
Esto significa que
la representación al congreso en los estados del sur estuvo determinada por el
número de personas libres y las tres quintas partes de “otras personas”
esclavos. Un esclavo entonces valía 3/5 partes
de una persona libre. Los esclavos eran objeto de propiedad privada,
meras cifras contables que se vaciaban en los libros como objetos de inventario
y daban, según su los constituyentes norteamericanos, un derechos proporcional
a 3/5 de representación a los colegios electorales.
Este compromiso
constitucional fue la que a la larga dio origen a la guerra Civil en 1860, enfrentando a
quienes defendía este pacto norte – sur contra los que querían derogarlo.
Cuando Simón Bolívar,
el 05 de agosto de 1829, diplomáticamente responde al Coronel Patricio Campbell acerca de la solapada proposición de
designar un príncipe europeo para que los suceda en el agonizante
mando de la Gran Colombia, le responde negativamente con varios argumentos,
entre ellos este:
“…¿Cuánto no se
opondrían todos los nuevos estados americanos, y los Estados Unidos que parecen
destinados por la Providencia para plagar la América de miserias y hambre a
nombre de la Libertad?...”
Lo expresa en un
arrebato genial de ironía y sarcasmo para expresar el espíritu engolado y las
ínfulas cargadas de prepotencia que adornan a los puritanos fundadores de ese
país que engreídamente se creen predestinados por Dios para depredar todo lo que se les
ponga a su alcance. Bolívar ya había descifrado, con su aguda percepción de la
realidad, la prepotente actitud de esta alta clase norteña y la prepotente
creencia de su poder absoluto sobre todas las cosas y personas. De ellos nace
el absolutismo democrático que tanto daño hace dentro y fuera de sus fronteras.
Luis XIV el Rey Sol
decía el Estado soy yo, yo soy el Estado, máxima expresión del absolutismo
monárquico de origen divino, cuyos poderes derivan del mismo Dios.
Mutatis Mutandi,
hoy día, consecuente con los Padres Fundadores, Donald Trump proclama: Yo soy
la Democracia, la Democracia soy yo, porque así lo dispone Dios”… y sálvese
quien pueda.
3.- De cara al año electoral 2020:
Es de esperarse que
las justas y tangibles aspiraciones del
pueblo norteamericano en materia de atención médica, educación, vivienda y
status laboral, queden marginalizadas, y
los laboratorios corporativos comunicacionales hagan a un lado las encuestas que
revelan la necesidad de instrumentar políticas de Estado para garantizar la
ejecución de dichos derechos socio-económicos.
Por el
contrario concentraran el bombardeo publicitario y el marketing político en la construcción de
una imagen rentable, rendirán culto a la
personalidad, destacarán aspectos de
estilo y del lenguaje corporal de los
candidatos.
El candidato es así
un producto a vender a las masas
hipnotizadas y manipuladas por un sistema de control de la mente individual y
la conciencia colectiva, que
poderosamente dirigen los estamentos del poder económico financiero, Wall
Street y los pocos dueños de las riquezas en ese país.
Los asesores y
gerentes de los comandos de campaña electoral
manipulan así los sondeos de opinión y colocan en segundo lugar la desesperación y desencanto de los
ciudadanos de a pie, que cada día ven como se deshace la calidad de vida y la sociedad se descompone en una pesadilla.
Existen profundos sentimientos de rabia, miedo, frustración y exasperación que mueven subterráneamente las fuerzas del subconsciente colectivo que de no encontrar válvulas de escapa, canales de expresión o participación
política, pueden desencadenar un sismo social impredecible.
Envuelta en esas dificultades y circunstancias resulta
utópico pensar que algún día ganará la presidencia un candidato que revierta el
caos interno reinante. Un presidente
que instruya al ejército de los E.E.U.U a dejar a un lado
toda su capacidad bélica y destructiva para dirigir todos sus
esfuerzos y recursos a fomentar la agricultura sostenible, rescatar bosques,
mejorar los cuerpos de agua, elevar las
condiciones de salud de su pueblo, construir escuelas, edificar viviendas
dignas, crear fuerzas internacionales de
cooperación y amistad para y fraguar así autentica democrática interna que coadyuve a su vez a construir el único escenario
posible progreso general: la paz global. Debemos estar alertas, eso es poco
factible.
Cuando alzamos la cortina de hierro que el
todopoderoso estamento económico estadounidense impone como una venda sobre los
ojos de su misma gente, y la Casa Blanca transgrede las normas de la más
elemental convivencia democrática, para ser
verdugo y enemigo de su propio pueblo, esta utopía resulta improbable.
Debemos estar permanentemente en guardia.
4.- La
guerra contra su propio pueblo:
En los pasados
sesenta años, el contubernio entre el aparato industrial militar y gobierno ha tenido efectos catastróficos sobre su
población. Los efectos más evidentes han sido la paralización, el deterioro y un incremento muy acusado de
la desigualdad social.
La estrategia ha
consistido en impulsar el crecimiento del capital financiero, erradicar la mano
de obra local, anular los parques industriales, instalar maquilas en países
donde los trabajadores son explotados, las regulaciones al capital son casi
inexistentes y la presión fiscal es
mínima (paraísos fiscales y laborales).
Lo mismo que las
larvas se comen al anfitrión en el que se han depositado, así la economía
financiera se esta comiendo a la economía productiva desde dentro.
Existe una clase
alta cuyo poder económico aplasta al resto de la pirámide social. Hay una
guerra sin cuartel de la clase alta, unilateralmente declarada por el poder
económico, contra la clase trabajadora, los obreros y los sectores más pobres. Entre
los sectores populares hay un incremento de la mortalidad, sin distinción de
edades, que no sucedían sino en
circunstancias bélicas.
La sociedad norteamericana
ve deshilvanarse los hilos del tejido social en la desintegración de la
familia, ladrillo fundamental de la arquitectura social de una gran nación.
Esto se hace aún más crítico cuando también desaparecen las agrupaciones laborales.
Los empresarios las destruyen con la contratación de esquiroles, en violación
flagrante de todas las normas y convenciones sindicales internacionales.
Dejando a los Estados Unidos como único país en minar los derechos, la libertad
de asociación y los valores democráticos de sus trabajadores.
Bajo el peso de los
grandes capitales, los “Trade Union and labor Union” (sindicatos),
los frentes políticos populares, agrupaciones comunitarias, las asociaciones
obreras, las fórmulas cooperativistas, el voluntariado social, van en vía de extinción. Los vasos conductores
entre el piso de la pirámide social y el ejercicio del poder que esta en la
cima del vértice superior, están desgarrados. Si en la empresa Wall Mart algún empleado pronuncia
la palabra “sindicato” esta automáticamente despedido. O como diría el inefable Donald Trump: “You
are fired.”
El aumento de las
brechas sociales conlleva al fenómeno de la individualización y el aislamiento.
El fenómeno de la opresión económica genera miedo y frustración. Florecen los lobos esteparios, aumentan las
balaceras en colegios e universidades, los locos anónimos de súbito brincan en
centros comerciales, las matanzas inesperadas son noticia usual en la prensa de
pequeñas y grandes ciudades. Es una sociedad atomizada, un archipiélago de
sectores disociados cada vez más distantes en el trato humano y cada vez más sumergidos
en un ghetto de la pobreza espiritual socialmente decadente. E.E.U.U es una nación moralmente
desintegrada.
No es una
contradicción describir la conciencia de clase que tiene el poder económico en
términos del vocabulario de Carlos Marx
(lucha de clases). El detalle es que tanto la tabla de valores, como el
decálogo de principio y la escalera de ascenso social en igualdad de condiciones, en el caso
del poder corporativo, están diametralmente invertidos. En este sentido los fondos públicos van para
los bolsillos del mundo financiero, las tasas de interés negativas favorecen a
las grandes corporaciones, los créditos baratos van a una elite, y los
préstamos sin interés son para ese
selecto círculo de empresas que acaparan
el 56% de la riqueza nacional.
Así Donald Trump es
devoto servidor de la clase de la cual proviene, pone las leyes que les
favorecen, los fondos van a sus arcas, y
a la clase socialmente deprimida les propina recortes en los presupuestos de
salud, educación, vivienda y trabajo. Una
de las reglas de oro ancestralmente inherentes al capitalismo es bajarle la
Santa María a la pequeña y mediana industria, endeudar a la clase media,
endeudar al mediano y pequeños
empresario, empobrecer más aún a la clase trabajadora y adueñarse de las
propiedades de todos estos. El Dios dinero es un poderoso caballero.
De ahí viene el
carácter enfermizamente extrovertido de la de la cultura norteamericana, es una
sociedad mentalmente enajenada,
manipulada por charlatanes de baja estatura intelectual. De hecho tienen
un presidente con graves trastornos histriónicos de la personalidad, payaso a
tiempo convencional y psicópata a tiempo completo, apoyado
por una clase élite de
magnates que sostienen esa gran
farsa que es la “Democracia Absolutista” norteamericana, que dista mucho de la equidad política, la
libertades ciudadanas, la confraternidad e igualdad de oportunidades que tanto
pregonan (subrayado del autor).
5.- La maldición del dólar: Las
primeras monedas de oro y plata acuñadas en Grecia hace más de dos mil años
sirvieron para dar esplendor a la cuna de la civilización occidental. Sin ser
ellos los inventores del dinero supieron darle el valor de instrumento de
cambio al servicio del progreso, las artes, las ciencias y la fundación del
sistema político clásico por excelencia. En una voltereta histórica sin
precedentes los Estados Unidos han pervertido el papel instrumental del dinero
para convertirlo en objeto de culto y adoración. Con ello también han logrado
invertir el sentido autentico del sistema democrático.
Su emisión y sobre acumulación irracional contraria a todo concepto básico de su uso
como referencia de valor e intercambio, constituye una particularidad abyecta y parte
del aclamado modelo del “american way of life (el estilo de
vida norteamericano) que se impone como modo de vida dentro y fuera de los
límites de su extensión político territorial. Así proclama el Tío Sam: ¡o te endeudas con mi yankee dólar o te invado!
Esta sobre
saturación implica la destrucción del sistema sustentable de la economía real y
productiva, amenazando de muerte a los ecosistemas restantes que sirven de
pulmón y reservorio de riquezas y agua para la humanidad.
No se puede servir
a dos dioses a la vez porque terminas siendo esclavo de tu propia avidez. El
Dios dinero entronizado en el más alto lugar de la escala de una sociedad enferma de avaricia siempre pone
y dispone de los designados por la providencia del dólar a quienes se pueden
sentar en la silla de la oficina Oval de la Casa Blanca, quien aspire a ejercer
la Presidencia sin tener el consentimiento es eliminado de ipso facto.
Una de las tantas
contradicciones del imperio es que el dinero ha dejado de ser una herramienta
útil para facilitar las relaciones de intercambio y producir bienestar y
progreso dentro y fuera de sus fronteras; para convertirse en un arma de guerra epicentro de un culto superior materialista
que aniquila todos los valores del espíritu humano.
La mayor enfermedad de esta sociedad, y su
clase política de turno, es como en
nombre de su supremacía religiosa y racial, en nombre de su dios de papel impreso, los Estados Unidos de Norteamérica se sienten
predestinados a asesinar pueblos
enteros, ejecutar a sus propios presidentes o fulminar a quienes pueden serlo,
sino cumplen los designios de su todopoderosa moneda, su venerado y
omnipresente yankee dólar.
a.carrillo.g.2019@gmail.com