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Chavistamente: Permisito, perdón

Bolsonaro grita, Bolsonaro amenaza, las corporaciones mediáticas parecen estar horrorizadas, como si el asunto se les hubiera ido de las manos
Con el Mazo Dando

Publicado: 31/10/2018 01:03 PM

Mientras un tipo como Bolsonaro vomita un discurso violento, abiertamente, mientras más violento y más brutal, mejor; mientras amenaza con perseguir a os Sin Techo, a los Sin Tierra, es decir a los pobres, mientras le dice a una mujer que es tan fea que no merece ni ser violada, mientras afirma que los negros no sirven ni para reproducirse, mientras glorifica la dictadura militar y sus métodos de tortura, la izquierda progre lo enfrenta como pidiendo permisito, como pidiendo perdón…

Atendiendo a las reglas de la democracia burguesa, Lula no podía gobernar aunque su pueblo lo quisiera, aunque no hubiera otro en todo Brasil, en todo el mundo, que el pueblo brasileño quisiera más que a Lula. Lula dio paso a Dilma en nombre de una alternabilidad democrática que arrebata a los pueblos el derecho a tener el gobernante que quieren y no el que les toca.

Ya afuera Lula, salir de Dilma sería más fácil: guarimbas antes del mundial de fútbol, acompañadas por el aparato mediático multinacional. Un montón de sifrinos, con sus entradas ya compradas, quemaban las calles de Sao Paulo y Rio porque el gobierno gastó mucho dinero en el fútbol en vez de dárselo a los pobres. Toda una ironía porque esos mismos guarimberos odiaban a Lula, justamente por atender a los pobres.por atender a los pobres. “Nunca pensé que poner un plato de comida en la mesa de un pobre generaría tanto odio de una elite que se harta de tirar comida a la basura todos los días”.

Pidiendo permisito y perdón, el gobierno de Dilma habla de concertación. Hagamos un gobierno que incluya a todos, a los pobres y a los ricos, la izquierda y la derecha, a los que nos quieren y los que nos odian… Y todo va a estar bien. 

¡Fora, Dilma! “Por la familia, la inocencia de los niños en las aulas, que el PT nunca tuvo, contra el comunismo, por nuestra libertad, en contra del Foro de Sao Paulo, por la memoria del Coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, por el pavor de Rousseff, el ejército de Caxias, las Fuerzas Armadas, por Brasil encima de todo y por Dios por encima de todo, mi voto es sí” ¡Chau, Dilma! ¡Hola, Bolsonaro!

Acusado de corrupción por jueces, funcionarios y empresarios corruptos, Lula terminó preso, por tener un apartamento que nuca tuvo, e inhabilitado para participar en las elecciones, aunque oootra vez la mayoría de los brasileños lo quería como presidente. La democracia burguesa se disfraza de moral y buenas costumbres y dice que un preso no puede ser candidato. ¡Listo el pollo!

Bolsonaro grita, Bolsonaro amenaza, las corporaciones mediáticas parecen estar horrorizadas, como si el asunto se les hubiera ido de las manos. El clásico candidato empresarial de toda la vida ya no cuaja; cuaja el loco que amenaza a la estructura de siempre, a la derecha y a la izquierda, a los de arriba, a los de abajo, a los de aquí, los de allá. El loco que ofrece un abismo como nadie nunca se atrevió a ofrecer. El loco que atrapa a los brasileños adoctrinados en la antipolítica, que no es más que una doctrina anti izquierda que se alimenta del hipócrita discurso contra la corrupción, que perdona la corrupción de derechas, porque el capitalismo es así, pero no la perdona en la izquierda, porque nosotros somos otra cosa, fora Dilma, me descontenté… Permisito, perdón, pase usted…

Frente a eso, Haddad, lo que queda de la gente de Lula, que para no incordiar incluye en su campaña el coñacito a Maduro, con quién no tendría relaciones si llegara a ganar, permisito, perdón, porque y Nicolás es un dictador, según leyó Haddad en La Folha de Sao Paulo, justo al lado de el reportaje donde le echaban mierda el Lula, a Dilma y al PT.

Arrasó Bolsonaro y ahora, esa izquierda respetuosa de la democracia burguesa, después de culpar al pueblo brasileño por haberse equivocado, pasa a la resistencia, sin imaginación, contaminada por la mediática, inventando “protestas creativas” que ya fueron inventadas y que hemos visto tanto, con tanta suspicacia, porque esas coloridas marchas con máscaras, con pancartas ingeniosas, con “frases que atrapan”, con imágenes “virales”, con campañas de solidaridad tuiteras, tienen un tufo horrendo a Departamento de Estado, a manual de Gene Sharp, que les quitan veracidad, y más si esas protestas no están abarrotadas de pueblo culpable. 

Pero, eso sí, quedaron súper bien con “la comunidad internacional” que sabe que esa izquierda sí es buena (mientras no llegue al poder, claro) y no tiene nada que ver con Nicolás, el presidente que no se rinde y que insiste en gobernar a Venezuela sin pedirle a los dueños del mundo ni permiso, ni perdón. 

CAROLA CHÁVEZ