Chavistamente: Bobolongos
Publicado: 22/01/2020 03:57 PM
Había
una vez un experto economista, a quien llamaremos Econométrico, que se
emocionó todo y gritó ¡muerte al chavismo! aquel día remoto del año
pasado cuando un desconocido agarró un micrófono en una esquina y se
autojuramentó como Presidente (AEIOU). Habían sido aaaaños de lucha
-tuitera- las del economista y consultor, miles de tuits que conformaban
un minucioso y sádico manual para golpes de estado fascistas. Ahora,
por fin todo parecía cuadrar, fíjate que el autojuramentado hasta tenía
la cara de psicópata que se requiere para dirigir el infierno que el
experto Econométrico soñaba.
Pasaron
los días y aquel pico de euforia alcanzó su zenit el 23 de febrero, el
día que, según Econométrico -experto ya no solo en economía sino en
intervenciones militares- por fin llegaba el fin. Cinco años girando
instrucciones en gotas tuiteras, como botellitas lanzadas al mar de la
maldad. Cinco años esperando que llegaran a alguna orilla, y esa orilla
fue Cúcuta. La euforia se convirtió en delirio.
Ese
día, entre sus comentarios expertos, Econométrico, todo doño de El
Cafetal, colaba un San Miguel Arcángel con enormes y alas tricolor
salpicadas, cada una, con siete estrellas que brillaban cual cristales
de Swarovski, un San Miguel guacamáyico, chic e implacable, acompañado
de una plegaria econométrica: “Defiéndenos en la batalla”.
Después
de tan cristiana oración, las recomendaciones para esperar y sobrevivir
la tan ansiada guerra civil: “El Narco régimen está caído. Pero dará
su última pelea. Sean prudentes. Quédense en casa cuando ocurra la
intervención militar e inicie la guerra civil de nuestras fuerzas
armadas institucionales y tropas extranjeras contra colectivos, pranes,
paramilitares y guerrilla”.
Según
pasaban las horas, Econométrico, cuya credibilidad estaba en juego,
porque pasarse 5 años prediciendo lo que estaba a punto de pasar no era
cualquier cosa, y menos para un economista con currículum en inglés y
dueño de una consultoría… Decía, pasaban las horas y él seguía girando
palabras de aliento e instrucciones tuiteras a la sociedad civil
sedienta de su sabiduría: “Como anticipamos… vamos a la guerra civil,
que he pronosticado como necesaria para la profilaxia social y del
Estado. Es momento de orar en familia. Si oras y clamas a Dios, tu casa
será protegida. No salgan a la calle apenas inicie la guerra civil”.
Inmediatamente, un Padrenuestro ilustrado pavosísimamente con con un
Jesucristo mirando a la autopista Francisco Fajardo llena de gente, tipo
11 de abril, un cielo, tricolor y, por supuesto, “siete estrellado. “…y
líbranos del mal”.
Y
de entre sus 300 mil seguidores no faltaban los que le agradecían tanta
claridad: “Lo sigo desde hace tiempo siempre mantuve fe en su
diagnostico de la intervención militar, cuando usted comenzó a
pronosticarla nadie apostaba a que fuera a suceder” –escribió Rafael
Bolívar emocionadísimo–. “Muchos te insultaron y dijeron; loco,
extremista, ultraderechista y fantasioso. Pero siempre tuviste razón. La
salida es por la fuerza. – agregó Jesús González bien guardado dentro
de su casa, como recomendaba su admirado Econométrico–. “Me encanta
cuando todo pase y se restaure de democracia quiero un Walmart” –expresó
su mayor ilusión Adelfia Marquez, comiéndose todas las comas.
“Altamente probable” –respondió Econométrico, aún a esa hora ilusionado.
Y
pasó lo que pasó, es decir, no pasó lo que Econométrico quería que
pasara. Tres días después, hundido en el mayor despecho y aplicando la
máxima de que un clavo saca otro clavo, publicó un video de Maria Corina
llamando a la solución final y una sentencia de econométrica: “La única
político con garra suficiente en Venezuela”.
Pero
llegó el 30 de abril y todo fue euforia otra vez. Euforia e
instrucciones tuiteras, por su puesto, y autoalabanzas -¡no faltaba
más!- porque al final él tenía razón, que ahora sí que sí. Así,
olvidando a Maria Corina, “la única político con garra suficiente”,
Econométrico tuiteo: “Mi apoyo irrevocable a nuestro presidente
@jguaido. Al final se ha impuesto la razón. Nada de elecciones antes de
cese de la usurpación”.
“Se
ha impuesto la razón”: Leopoldo López, Alimaña, cuatro desertores y un
guacal de plátano para tumbar a Maduro. Y otra vez el despecho, y la
credibilidad por el suelo, pero esta última no importa tanto porque lo
único que le importa a los que lo siguen es que él les sostenga la
ilusión de locura violenta, que es como una droga a la que son adictos.
Y
fueron tantos los fracasos y tan seguidos que la soberbia Economético
no pudo más y estalló contra la alimaña a la que le había dado su apoyo
incondicional: “¡Bobolongo!”
“¡Bobolongo,
bobolongo, bobolongo!” –repetía una y otra y otra vez, como cuando un
niño pequeño aprende a decir pupú. ¡Bobolongo, bobolongo! – insultaba al
desgraciado que no supo traer una invasión gringa a nuestro país.
¡Bobolongo! Sus socios le pedían prudencia, y él contestaba “¡Bobolongo,
bobolongo!”, desbocado; tanto que Bobolongo llegó al primer lugar de
las tendencias en Twitter cuando el plan era que la tendencia fuera
cualquier cosa sobre el Rastrojo’s European Tour del Bobolongo (E).
¡Bobolongo,
bobolongo!, echando espuma por la boca, ¡bobolongo, bobolongo!, repetía
Econométrico. ¡Bobolongo, bobolongo, bobolongo!, frenético, señalaba al
otro como para que no se notara que en esta patética historia los
bobolongos son dos.
Bobolongos, cobardes, vendepatria y fracasados.
CAROLA CHÁVEZ
@tongorocho