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226 años del natalicio de José Laurencio Silva



Publicado: 15/09/2017 02:28 PM

Invasión a  Venezuela: Al héroe indiscutible de Las Queseras del Medio, al infatigable general en jefe José Antonio Páez, después de ser derrotado por Santiago Mariño en la batalla de Los Araguatos,  se le fueron los tiempos en 1848, cuando organizó una expedición  para invadir  a Venezuela.  Se había marchado del país después de desconocer el orden constitucional y al Presidente general en jefe José Tadeo Monagas-  solicitó al dictador general Pedro Santana, Presidente de República Dominicana “nada más y nada menos que le facilitara una nave de guerra, la corbeta Cibao… que no tendría otra misión que transportarme con seguridad a los lugares que fuera necesaria mi personal asistencia y conducir los elementos de guerra de uno a otro punto… satisfechos todos sus gastos se pagarían y la remuneración que Vuestra Excelencia exija por el servicio, y marinería de un todo, o bien continuar al servicio de Venezuela si ese gobierno resuelve enajenarla”.[1]

Páez traidor: Esta actitud del gran héroe de la época de la independencia enardeció los ánimos de venezolanos patriotas leales al legado de Bolívar, enemigos del yugo extranjero  Uno de ellos fue el general de división José Laurencio Silva, quien se puso a las órdenes del gobierno legítimamente electo por voluntad popular. Este general oriundo de El Tinaco, se había retirado a su actividad del campo. Abandonó el reposo del guerrero y enfrentó al Centauro Páez, en defensa  de la soberanía y la autodeterminación que nos son propias.  El Catire Páez, había invadido a su propio país, y Silva no sólo lo derrota, sino que lo  hace capitular,  lo apresa y lo hace reo de justicia, ya que el Adalid de antaño había pasado a ser traidor de la tierra que le dió poder y gloria.

Silva garante de la paz: Para gloria del general Silva en su carácter de jefe del Ejército de Operaciones de la Provincia de Carabobo y Comandante en Jefe de la División Bolívar, el 14 de agosto de 1849 se preparaba para la batalla en Campo Macapo y cuando va a iniciar el ataque surge en el camino la bandera blanca del general Páez. El día anterior éste había decidido, en la noche “más triste de su vida”, como lo manifiesta Francisco González Guinán[2], quien agrega que “a la situación a que había llegado, no le quedaba otro recurso que capitular. Esa noche, echado boca abajo sobre una cobija extendida en el suelo, derramó abundantes lágrimas, no arrancadas por el temor de perder una vida que había expuesto en lances innumerables, sino por las congojas del alma oprimida por el peso del más terrible desconsuelo”. Lo había derrotado uno de sus grandes subalternos en la guerra de Independencia y a él se sometía, recibiendo, eso sí, todos los honores del rendido.

Cumplidor de la palabra empeñada el meritorio general José Laurencio Silva tuvo un gesto de gallardía heroica en momentos difíciles, pues el 18 de agosto como  jefe triunfador “con los prisioneros a Valencia, pero había ira en el pueblo. Un exaltado amenazó de muerte al coronel José Celis -uno de los jefes antipatriotas- y para evitar nuevas agresiones del pueblo que se mostraba aireado el general Silva hizo resguardar a los prisioneros con dos filas de soldados, y así llegaron a caballo hasta la plaza Bolívar. En el tránsito hubo escenas chocantes y vulgares. Se oyeron vociferaciones e improperios, indignos de las almas nobles. Una voz pidió la cabeza del General Páez. Más adelante otra pidió la del doctor Ángel Quintero -artífice intelectual de la entrega del país a una potencia extranjera- y el audaz político, que mantenía siempre en alto su carácter, respondió: pertenece al Comandante Ezequiel Zamora, que ya la pidió”[3]

Ezequiel Zamora perteneció al grupo de oficiales que bajo las ordenes de José Laurencio Silva lograron detener la amenaza de invasión y entrega de Venezuela a fuerzas imperiales.

Heridas de guerra: Nuestro humilde héroe tinaquero era ecuánime, generoso, valiente militar y considerado con sus contrincantes, pues tenía la sobriedad que da la madurez en el trajinar de la guerra, su batallar no fue fácil. En sus primeras lides fue derrotado, y ejercicio la actividad de guerrillero en los bosques de Cojedes para escapar de la persecución realista. Estuvo frente a la muerte cientos de veces, logrando evadirla con hombría. Estuvo frente al pelotón de lanzas para ser ejecutado, saliendo ileso de ese trance. Al momento de su muerte, los médicos que efectuaron su autopsia declararon que “su cuerpo parecía una criba”, y contabilizaron  50 heridas de guerra:

  • 15 heridas mayores, 9 de lanza, de las cuales 3 recibió en Ayacucho; màs 6 heridas de bala
  • Otras 35 heridas menores de sable y esquirlas

El general José Laurencio Silva mereció el ascenso a general de división en 1839 y a general en jefe en 1855, fue incondicional de Simón Bolívar hasta su último aliento, lo que le ha granjeado la distinción de  “José Laurencio Silva, paradigma de lealtad en la palabra diáfana, precisa y pedagógica del historiador, académico y jurista José Carrillo Moreno.[4]

El general en jefe José Laurencio Silva nació en las pampas de El Tinaco, del ahora estado Cojedes, el 7 de septiembre de 1791 -se han cumplido 226 años- y murió en Valencia el 27 de febrero de 1873, habiéndose casado en 1827 con Felicia Bolívar Tinoco, hija de Juan Vicente Bolívar Palacios, sobrina esta de El Libertador. Fue de los albaceas testamentarios y fideicomisario del Libertador en Santa Marta en 1830. Héroe indiscutible en Junín y Ayacucho, su nombre es de los grandes en la Campaña del Sur, que dio libertad al Perú y contribuyó a la creación de Bolivia.

[1] CASTELLANOS, Rafael Ramón.Páez, peregrino y proscrito. Caracas, 3ra. ed., pp. 477-479

[2] GONZÁLEZ GUINÁN, Francisco. Historia contemporánea de Venezuela, tomo V. p. 67

[3] CASTELLANOS, Rafael Ramón. Páez, peregrino y proscrito. Caracas, 3ra. ed., p. 300

[4] CARRILLO MORENO, José. Silva, paradigma de lealtad. Caracas, 1973 y en Obras completas. Caracas, 2007, vol. I.   p. 406-419