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LEOPOLDO CASTILLO y LA AGONÍA EN EL SALVADOR (New York Times, 22 de febrero 1982 / Diario VEA, 15 de diciembre 2009)

Publicado: 13/03/2024 09:00 PM

  • Durante la guerra civil en El Salvador, Leopoldo Castillo se desempeñó como embajador de Venezuela y agente de la muerte, razón por la cual en ese país le acuñaron el sobrenombre del Matacuras.
  • Mediante un golpe de Estado de la ultraderecha militar coligada con sectores reaccionarios de la Democracia Cristina salvadoreña, efectuado el 15 de octubre de 1979, sobrevino una dictadura militar que dio inicio a una guerra civil, la cual se prolongó hasta el 16 de enero de 1992, con un saldo de 75.000 muertos, 550.000 desplazados internos y 500.000 refugiados en otros países. 
  • En documentos desclasificados de la CIA, en febrero de 2009, Leopoldo Castillo apareció mencionado como corresponsable de los servicios de inteligencia que coordinaron, financiaron y dieron la orden para la ejecución de la Operación Centauro.
  • Operación Centauro es la denominación dada a una serie de acciones violentas del ejército salvadoreño y “escuadrones de la muerte” para eliminar físicamente a las comunidades religiosas congregadas en torno a la búsqueda de una solución pacífica y negociada de la guerra.
  • Durante los cinco años en los que Castillo estuvo al mando de esa sede diplomática (1979-1984), el ejército y los escuadrones de la muerte, dejaron un saldo de 13.194 civiles asesinados, entre ellos San Oscar Arnulfo Romero, cuatro monjas de la congregación religiosa estadunidense Maryknoll; y los sacerdotes Rafael Palacios, Alirio Bonilla, Francisco Cosme, Jesús Cáceres y Manuel Reyes.
  • Aunque Leopoldo Castillo no era embajador para la época en que fueron masacrados los seis sacerdotes jesuitas junto a la trabajadora doméstica y su hija (16-11-89), aún se desempeñaba como asesor en esos espantosos planes de exterminio. Estos mártires estaban gestionando ante instancias internacionales un cese inmediato al fuego.
  • Los crímenes respaldados por la gestión de Leopoldo Castillo son considerados “crímenes de lesa humanidad”, y por lo tanto son imprescriptibles.
  • Entre otras cosas Leopoldo Castillo nunca explicó:
    1. Sus vínculos con la mafia de asesinos que dirigía su amigo y socio político Roberto D´Aubuisson.
    2. ¿Por qué desde la sede de la Embajada de Venezuela en El Salvador, organizó un escuadrón de la muerte antiguerrillero?
    3. ¿Por qué convirtió esa misma sede diplomática en una especie de fortín, rodeado de sacos de arena y grupos paramilitares resguardándola?
    4. ¿A dónde fueron a parar la totalidad de los rifles de asalto, municiones y 6 millones de dólares que el entonces Director de la DISIP, Remberto Uzcátegui, le envió desde Caracas vía La Carlota?
  • Llegará el día en que Leopoldo castillo tendrá que rendir cuentas ante la justicia española y salvadoreña por su participación en el exterminio de religiosos, religiosas y comunidades pacíficas que estuvieron del lado de la paz durante el conflicto bélico que azotó a ese país centroamericano. Las terribles secuelas de sus actos aún perviven.
  • Esto ocurrió durante la era de la administración Reagan en EEUU y el gobierno de Luis Herrera Campins en Venezuela. Aunque las grandes y poderosas corporaciones mediáticas intentaron maquillar la verdad de los hechos, las fotos del New York Times fueron elocuentes en cuanto a la crueldad desplegada por el ejército salvadoreño y sus “death squad” (escuadrones paramilitares de la muerte).


REDACCIÓN MAZO