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Chávez Eterno cita a Bolívar: Maestro "yo he seguido el sendero que usted me señaló"


Publicado: 17/01/2024 10:31 PM

El 15 de enero de 2006, desde el Palacio de Miraflores, durante el Aló Presidente #244, el Comandante Eterno Hugo Chávez, a propósito de la celebración del Día del Maestro en Venezuela, leyó una carta que le envió el Libertador Simón Bolívar a Simón Rodríguez. 

A continuación texto íntegro:  

"Oh mi maestro, oh mi amigo, oh mi Robinson! Usted en Colombia, usted en Bogotá y nada me ha dicho, nada me ha escrito, sin duda es usted el hombre más extraordinario del mundo, podría merecer otros epítetos, pero quiero darlos por no ser descortés (Aquí debe ser pero no quiero darlos, falta un no aquí) podría merecer otros epítetos, pero no quiero darlos por no ser descortés al saludar un huésped que viene del viejo mundo a visitar el nuevo. Sí, a visitar su Patria que ya no conoce, que tenía olvidada no en su corazón sino en su memoria; nadie más que yo sabe lo que usted quiere a nuestra adorada Colombia. ¿Se acuerda usted cuando fuimos juntos al Monte Sacro, en Roma, a jurar sobre aquella Tierra Santa, la libertad de la patria? Ciertamente no habrá usted olvidado aquel día de eterna gloria para nosotros, días que anticipó, por decirlo así, un juramento profético a la misma esperanza que no debíamos tener. 

Usted maestro mío cuánto debe haberme contemplado de cerca aunque colocado a tan remota distancia, con qué avidez habrá seguido usted mis pasos, estos pasos dirigidos muy anticipadamente por usted mismo (Aquí viene una frase maravillosa) usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso; yo he seguido el sendero que usted me señaló, usted fue mi piloto aunque sentado sobre una de las playas de Europa, no puede usted figurarse cuán hondamente se me han grabado en mi corazón las lecciones que usted me ha dado, no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que usted me ha regalado, siempre presentes a mis ojos, intelectuales, las he seguido como guías infalibles. En fin, usted ha visto mi conducta, usted ha visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en el papel, y usted no habrá dejado de decirse, todo esto es mío, yo sembré esta planta, yo la regué, yo la enderecé tierna, ahora robusta, fuerte y fructífera, he aquí sus frutos, ellos son míos, yo voy a saborearlos en el jardín que planté, voy a gozar de la sombra de sus brazos amigos, porque mi derecho es imprescriptible, privativo a todo. 

Sí, mi amigo querido, usted está con nosotros; mil veces dichoso el día en que usted pisó las playas de Colombia, un sabio, un justo más corona la frente de la erguida cabeza de Colombia, yo desespero por saber qué designios, qué destino tiene usted, sobre todo mi impaciencia es mortal no pudiendo estrecharle en mis brazos, ya que no puedo yo volar hacia usted, hágalo usted hacia mí, no perderá usted nada, contemplará usted con encanto la inmensa patria que tiene, labrada en la roca del despotismo por el buril victorioso de los libertadores, de los hermanos de usted. No, no se saciará de la vista de usted delante de los cuadros, de los colosos, de los tesoros, de los secretos, de los prodigios que encierra y abarca esta soberbia Colombia. Venga usted al Chimborazo, profane usted con su planta atrevida la escala de los titanes, la corona de la tierra, la almena inexpugnable del universo nuevo, desde tan alto tendrá usted la vista, y al observar el cielo y la Tierra, admirando el pasmo de la creación terrena podrá decir, dos eternidades me contemplan: la pasada y la que viene, y este trono de la naturaleza, idéntico a su autor, será tan duradero, indestructible y eterno como el Padre del universo. 

Desde donde pues, podrá decir usted otro tanto tan erguidamente. Amigo de la naturaleza, venga usted a preguntarle su edad, su vida y su esencia primitiva, usted no ha visto en ese mundo caduco más que las reliquias y los desechos de la próvida madre, allá está encorvada con el peso de los años, de las enfermedades y del hálito pestífero de los hombres. Aquí esta doncella inmaculada, hermosa, adornada por la mano misma del creador. No, el tacto profano de los hombres todavía no ha marchitado sus divinos atractivos, sus gracias maravillosas, sus virtudes intactas.

Amigos, si tan irresistibles atractivos no impulsan a usted a un vuelo rápido hacia mí, ocurriré a un apetito más fuerte: la amistad invoco.

Presente usted esta carta al vicepresidente, pídale usted dinero de mi parte y venga usted pronto a encontrarme".

REDACCIÓN MAZO